El paisaje de la Ribeira Sacra está fuertemente condicionado por los embalses de agua que encontramos a nuestro camino. El río Miño y el Sil, pero también el Cabe y otros cursos fluviales tienen estructuras de contención para garantizar el suministro de agua y generar electricidad.
Pero ¿conoces la historia de todas estas obras de ingeniería que marcaron una etapa, a mediados del siglo XX, condicionaron la agricultura en la zona, y cuyos exponentes, como es el caso de Belesar, están protegidos como patrimonio industrial?

Concesiones y energía eléctrica
Entre los años 40 y 60 del siglo pasado se vivió un auténtico furor por la energía hidroeléctrica en Galicia. Se hablaba de problema eléctrico en la prensa local y autonómica, y se daba la solución de mano de las dos grandes empresas del momento: Sociedad General Gallega de Electricidad y FENOSA. Ambas venían a resolver de la mano del régimen del general Franco la «penuria eléctrica» de los gallegos.
El salto del Tambre, el embalse del río Mao en Ourense, el de A Capela en el río Eume, el del río Lérez o el Salto de las Conchas eran buenos ejemplos de lo que se estaba impulsando en el momento, que a nivel nacional tenía su reflejo en el NODO con la inauguración de tantos y tantos pantanos.
Pues bien en este rincón del río Miño, en la Ribeira Sacra, no podía ser de otra manera. Y en el año 1949 se comienza a escribir en la prensa sobre la concesión de FENOSA para completar el futuro salto de Peares, de 96 metros de altura y 200 millones de metros cúbicos, y que producirá 350 millones de kilowatios por hora, con otro en Belesar.

Historia de la central de Belesar
En 1955 se inauguraba la presa de Os Peares, y en 1963 Francisco Franco inaugura Belesar, construida unos 6 kilómetros río arriba del pueblo del mismo nombre. La propaganda del régimen difundía entonces que la producción hidroeléctrica gallega se había cuadruplicado en diez años y animaba a las empresas a establecerse en «la región».
En enero de 1963 los diarios relatan cómo Portomarín desaparece bajo las aguas, al ritmo de la maquinaria de «Construcciones Varela Villamor» y «Dragados y Construcciones». Algunos testimonios recogen palabras de los primeros ocupantes de las casas en la parte alta, en la nueva población, los bodegueros se quejan del trasiego del vino en sus cubas, al tiempo que se prometía la llegada de una corriente turística con la construcción del Parador de Turismo. Y es que el redactor lo perdonaba todo en pro de lo que se percibía como progreso.

En días posteriores La Noche o El Pueblo Gallego recogen también los diferentes puntos de vista de esta noticia. «Portomarín, muere bajo las aguas del Miño», rezaba este último diario, y publica unas fotografías de las aguas llegando a las casas, se ve el avance de las obras en las iglesias trasladas piedra a piedra hasta las 17.000 con que cuenta, como San Nicolás, y se recogen testimonios de los vecinos que afirman que el agua está subiendo más rápido de lo que creían y aprovechan para llevarse todo lo que pueden «vigas, tejas, puertas, ventanas, madera, etc»
Así, según recoge el diario El Progreso del martes 10 de septiembre de 1963, el generalísimo visita el nuevo poblado de Portomarín e inaugura el flamante salto de Belesar. Le acompañan en su paseo desde el monolito conmemorativo los ministros de Obras Públicas, Industria, Marina y miembros del consejo de Administración de FENOSA, además del obispo de Lugo, militares, Guardia Civil y autoridades de la provincia.

Especial relevancia tienen en estos actos los ingenieros Luciano Yordi de Carricarte, Luis Quiroga, Mateo, López Estrada y otros. El edificio de la subestación, hoy declarado Bien de Interés Cultural como patrimonio industrial, fue proyectado por el arquitecto militar Juan Castañón de Mena. Y el generalísimo bajó en su automóvil hasta las entrañas de la gigantesca obra para descubrir diferentes placas, visitar sus dependencias, y pulsó el botón de puesta en marcha de uno de los tres grupos de la central. Al término, se celebró un almuerzo durante el que actuaron varios grupos folclóricos gallegos.
Pueblos asolagados
En los últimos años se ha hablado mucho acerca de la realidad de aquellos pueblos que quedaron bajo las aguas del río Miño. Es el caso de unos 23 pueblos de los que hubo que desalojar a cerca de mil personas.
El documental Asolagados, de David Vázquez y la productora Coa Auga ao Pescozo, relata estas vivencias desde el punto de vista de los habitantes que lo padecieron.

Visita a la Central
En la actualidad la central es operada por Naturgy y admite visitas culturales con carácter educativo, no visitas turísticas, aunque el entorno de la misma es accesible por carretera para acercarse a ver la presa.
Con las compañeras y compañeros del Ciclo Superior de Turismo del Río Cabe, tuvimos ocasión de visitar esta instalación y recorrer tanto el edificio de oficinas de la subestación, donde todo se conserva como en una cápsula del tiempo desde hace 60 años. La Sala de Juntas, las fotos de la construcción de la central, la antigua sala de control, e incluso bajamos en el ascensor hasta la planta más baja de la presa, excavada en la roca.