Serpientes, brujas o hechiceros, hombres – pez, mouros y demás seres que viven en el imaginario popular se dieron cita durante las noches de invierno junto a las lareiras, mientras los habitantes de la Ribeira Sacra trabajaban en labores domésticas junto al fuego.
Desde niña he escuchado hablar de las xacias del Río Miño, una especie de sirenas que afloran en determinados momentos y son vistas por algunas pocas personas. De hecho, la tradición popular atribuye la construcción de los numerosos castros que hay por la zona a los mouros. Así lo afirma la guía de Everest sobre Pantón que firma José Manuel Rey Nóvoa.
Y es que, según cuentan las leyendas que han ido pasando de generación en generación, estos seres tenían fuerza sobrehumana. Y no solo eso sino que dejaron sus riquezas enterradas bajo las ruinas de sus antiguas construcciones.
Túneles, pasadizos secretos, y por supuesto codiciados tesoros que más de uno habrá intentado encontrar sin éxito. Y eso a pesar de que, según la misma publicación, la cadena de oro que, según la tradición oral, unía el castro de la Guítara con el de Santa Mariña, estaba tan a ras de tierra que los carros tropezaban con ella al pasar.

Xacias: mujeres pez en el río Miño
Pero si hay un libro que detalla estas tradiciones orales minuciosamente, según testimonios recogidos a principios del siglo XX por el que fue párroco de Vilar de Ortelle, es la Reseña Histórico Descriptiva de esta zona, firmada por Castro López.
«Brujas, duendes, encantos, maleficios y hechicerías, apariciones de difuntos y chascos del diablo». Todos ellos protagonizaban alguna historia que afloraba en algún rincón de las laderas del Miño y contornos. De ahí al hombre-pez, los mouros o la niña que pastoreaba el ganado y pedía a los campesinos que la peinasen a cambio de darles un puñado de carbones que se convertirían en oro.
En la zona de Marce la historia tiene aún más desarrollo, porque los xacios eran una raza de la que, según habladurías, aún se conserva su estirpe entre los descendientes del lugar. Y es que un pescador vecino de esta aldea se topó con una xacia y la desencantó bautizándola y casándose con ella.
Sus hijos tiraban mucho al río, lo que a su padre no le hacía demasiada gracia. Una de las hijas, Isabel, desapareció un buen día pastoreando en las inmediaciones del Castelo de Marce. Hay otras variedades de esta leyenda como las que recoge la entrada de Wikipedia al respecto, y que está relacionada con un pozo y una higuera.

Os Estraloxos
En el libro de Vilar de Ortelle publicado por Os Estraloxos, una asociación juvenil que investigó en su día la historia y tradiciones de la provincia y tuvo la visión de dejarlo por escrito, también se habla de las xacias y los xacios.
Estos seres habitan en el imaginario popular, y están relacionados con las charcas de una manera especial, en especial las charlas de agua y barro, según se indica en la publicación. También hace referencia a la figueira de la historia anteriormente contada, era la figueira do Castelo, que tenía brevas negras y ningún pájaro las comía.

Castros y Mouros
Pero hay otros muchos rincones de la Ribeira Sacra donde afloran antiguas historias relacionadas con estos seres de la mitología gallega. Como por ejemplo el castro de Mourelos, donde un vecino de Portotide se encontró una vez con un carnero que se transformó en una «hermosa señorita» con la que se casó, y que al parecer había sido encantada por los mouros.
O el caso de otro pescador, de Bazal, que vio a una de estas moras y le prometió muchas riquezas si la desencantaba tirando avellanas al río. Y efectivamente lo hizo, legándole todos los tesoros del castro de Vilamirón.
Además de pescadores, también hubo casos de cazadores, como uno de la zona de Babela que yendo a buscar perdices disparó a una bandada y tras perseguirla se encontró a una mora sobre la croa del castro, que le instó a internarse en una cueva donde halló todas las riquezas.
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