La ciudad de Monforte es bien reconocible desde todo el valle de Lemos por la silueta de su monte coronado por la torre del homenaje, emblema de la ciudad, y el monasterio de San Vicente Do Pino. Y es que es precisamente en este entorno donde nace esta población y donde encontramos sus restos más antiguos.
En estos días tuvimos la ocasión de participar en una visita guiada de Máis que Románico, organizada por el Ciclo Superior de Guía, Información y Asistencia Turísticas del IES Río Cabe. Como ya habíamos hecho esta ruta otras veces, y leído bastante sobre la historia de la ciudad de Monforte, nos hemos decidido a recopilar esta información para que podáis seguir también este recorrido y disfrutarlo tanto como nosotros.

Parador y San Vicente do Pino
La construcción que vemos se empezó a levantar en el siglo XVI sobre un antiguo templo románico del que hoy quedan restos, como la pila bautismal, trozos de dovelas y otros elementos dispersos entre los muros de la iglesia y otros emplazamientos.
Hay constancia documental de este monumento desde el siglo X. Fue cenobio benedictino, de los primeros de Galicia, y podría tomar su nombre del propio árbol o del hecho de hallarse en lo alto del Monte do Pino, de esta segunda opinión era Germán Vázquez en la Historia de Monforte y su Tierra de Lemos.
Por su parte el investigador Ernesto Iglesias Almeida en «Las fortificaciones monfortinas» analiza pormenorizadamente sus puertas y murallas, y considera que este espacio constituye el mejor conjunto defensivo de los siglos XIV-XV de Galicia.

La plaza, la fachada y el claustro son de estilo neoclásico, y hoy forman parte del Parador de Turismo de Monforte. Para visitarlo, hay que acceder al interior del mismo como cliente o bien a su cafetería o restaurante. Algunas visitas guiadas por el casco antiguo acceden al interior, y hay un servicio de visitas teatralizadas en temporada.
La iglesia es parroquia y puede verse en su horario de oficios religiosos, y en 2020 se restauraron unas pinturas murales en el crucero y el presbiterio, además de los retablos. La torre del homenaje del antiguo castillo, hoy torre exenta y cedida al concello, se puede visitar en un horario determinado aunque actualmente está siendo actualizado su contenido museístico. Es del siglo XIII y fue reconstruida tras las revueltas irmandiñas.
Si subimos por la carretera que da acceso al conjunto, partiendo de Roberto Baamonde y tomando la rúa Real, llegaremos hasta esta plaza donde también se ubica el palacio de los Condes de Lemos. Este edificio, del siglo XVI y reconstruido en el XVII, está también integrado en el establecimiento hostelero y que se usa para eventos.

La antigua muralla
Bajando por delante de la torre del homenaje, vemos la imagen de la virgen de Montserrat, un lugar de romería y veneración popular vinculado a una antigua ermita. La tradición tiene su origen en una peste que asoló la ciudad y se celebra desde el siglo XVI.
Llegamos hasta la Puerta de la Alcazaba, por la rúa Santo Domingo. Esta es una de las tres que se conservan de la primitiva muralla, del siglo XIII, y también se conocía como Pescaderías o Carnicerías, según el historiador Felipe Aira. Junto a ella hay un atajo que nos lleva hasta el conjunto monumental de San Vicente do Pino, aunque de noche no está iluminado y es algo pedregoso.
Siguiendo toda la calle Falagueira, un nombre que hace alusión al bullicio de estas pequeñas «rúas» tiempo atrás, vemos algunas casas con balconada de madera rehabilitadas y una plaza con un olivo. En este lugar vivían judíos conversos, como en otros puntos de la ciudad, cuya cultura nos ha dejado símbolos tanto en la arquitectura como en fuentes documentales.

Los restos de la que se cree que era la antigua sinagoga, son uno de los puntos de interés de esta zona, así como otros testimonios históricos que hacen que la ciudad esté integrada en la Red de Juderías de España.
La calle Portanova esconde otra de las puertas de la antigua muralla, del mismo nombre, y del siglo XV. En su entorno encontramos otra ruta por un sendero para ascender hacia la torre del homenaje.
En el entorno de la antigua cárcel, en la rúa Zapaterías, vemos otro paño de la antigua muralla de mampostería, con piedra local y cantos rodados, además de arenisca del monte. Esta era la más cercana al actual centro urbano, si consideramos este en la plaza de España.
Lo que vemos hoy es solo el arranque de lo que fue una puerta posterior, no la primitiva, que quedó cegada con la modificación de la estructura de esta torre que hoy acoge las oficinas del centro comercial urbano y la asociación de hostelería.

El secreto mejor guardado
El centro de la plaza de España conserva un crucero que nos recuerda el antiguo emplazamiento de la iglesia románica de A Régoa, considerado el edificio más antiguo de Monforte. La iglesia actual del mismo nombre, a los pies de la puerta de la Alcazaba, es del siglo XVII y fue anteriormente el convento de San Jacinto o los Dominicos.
Otro crucero, delante del actual ayuntamiento, señala la ubicación del antiguo convento de San Antonio, demolido en 1840, tras la desamortización. Lo que se conserva de él es un dintel con un relieve en piedra que representa a la virgen con el cuerpo de Jesús en brazos y San Juan. Está en la que fue una capilla particular dedicada a San Pedro, en la calle hoy denominada Doctor Casares.
El edificio que acoge a la oficina de turismo municipal y museo do viño, además de la tienda, es uno de los secretos mejor guardados de Monforte. Su tapería ofrece productos locales y vinos de la zona, tanto en el interior, como en el comedor o en el bellísimo patio. Este edificio del siglo XVIII fue sede del hospital, casino y sede del concello. Hoy podemos disfrutarlo para tomar algo o visitar su museo en la primera planta, además de asistir a conferencias y eventos en esta sede de la rúa do Comercio.

Muy cerca, el conocido como puente romano o ponte vella es una construcción medieval, aunque se cree que ya había uno anterior. Fue levantado por Pedro Rodríguez Remberde en el siglo XVI y nos da paso, justo al otro lado del río, al convento de las clarisas. Fue fundado por Catalina de la Cerda y Sandoval, esposa del VII Conde de Lemos.
Aquí, además de la comunidad religiosa, se ubica el Museo de Arte Sacro, uno de los más importantes de España en su categoría. Gracias a los condes, que residieron en Nápoles, hoy contamos con una colección de 223 piezas. Entre ellas hay muchos relicarios y obras del siglo XVI, entre otros objetos musealizados que incluyen publicaciones antiguas y vestiduras litúrgicas.

Los Escolapios o La Compañía
Si recorremos la calle Cardenal desde su parte más estrecha, pasamos por donde en tiempos medievales estuvo agrupado el gremio de sederos y a ello responde la antigua denominación de esta calle.
Otro de los grandes monumentos que encontramos en Monforte es conocido como Los Escolapios y se compara con El Escorial por su estilo herreriano. Este imponente edificio del siglo XVI-XVII también es conocido como el colegio del Cardenal, y su apelativo de La Compañía alude a los tiempos (174 años) en que fue regentado por los Jesuitas, expulsados de España en 1767.
El Cardenal Rodrigo de Castro fue su artífice y su estatua orante está situada junto al altar mayor, al igual que su sepultura. Esto podemos verlo en una visita guiada a la que se accede por la puerta situada más a la derecha, y que da a la famosa escalera de que se sustenta sin columnas.

El claustro noble, la pinacoteca con pinturas de El Greco, y la iglesia bajo la advocación de Nuestra Señora de la Antigua, además de esta escalera monumental, se pueden ver en el edificio. El centro sigue a día de hoy dedicado al uso escolar y gestionado por los Escolapios.
Una de las obras más bellas del conjunto es el retablo mayor de la iglesia, realizado por Francisco de Moure en madera, y que a su fallecimiento terminó su hijo. Se considera que el tercio superior del retablo y el púlpito de la iglesia no es obra ya del escultor. Fue un artista notable que residió en Monforte y es autor de obras en la catedral de Lugo, Orense y Meira, entre otras.
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