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La tradición del calzado en Galicia: la fábrica de Losal

Uno de los territorios donde se puede rastrear la tradición de la fabricación del calzado en Galicia es precisamente la fábrica familiar de Losal, fundada en 1899. Y es que fue precisamente para la guerra de Cuba cuando el artífice de esta industria de producción de zapatos dio sus primeros pasos traspasando fronteras. José López Rodríguez fue quien arrancó una empresa de zapatos elaborados artesanalmente, que ha creado escuela y hoy va por la quinta generación.

La empresa, consciente de su importante legado, realiza algunas visitas guiadas a petición de grupos, y según la disponibilidad que les deja una producción de miles de zapatos, en su mayoría de caballero, y que llegan a alcanzar los 900 euros en destinos como Shanghái. Doble cosido, refuerzos, pieles de alta calidad y un patronaje escrupuloso que los convierten en los zapatos que todo el mundo desearía calzarse y que se comercializan de cien euros para arriba, en la mayoría de los casos.

Losal comenzó a cobrar envergadura en un momento en que en Monforte de Lemos contaba con unas 25 fábricas de calzado, de las que hoy quedan apenas dos. Conforman un ecosistema de tradición industrial en el que solo han subsistido las empresas que se han ido adaptando al devenir de los tiempos. En Galicia, se cuentan ya con los dedos de una mano las fábricas de calzado tradicional que aún podemos encontrar.

Pieles de caimán, cocodrilo y otras exóticas, pero básicamente piel de vacuno en su mayoría y modelos que se han ido perfeccionando generación tras generación. Esta empresa cuenta con 18 trabajadores, también fabricó mascarillas durante el momento más duro de la pandemia, como tantas otras industrias, y tarda en formar a un nuevo empleado para la tarea específica que conlleva una fábrica con maquinaria como esta en torno a un año.

Precisamente este año, se ha creado en esta localidad que es capital de la Ribeira Sacra un ciclo de formación dual en el que ya están participando 12 personas que, según los impulsores de estos estudios, tienen el trabajo asegurado en alguna de las fábricas de calzado de Galicia.

Las máquinas, hormas y herramientas de esta fábrica bien podrían estar en un museo, pero aún son un patrimonio vivo de algo que dio empleo a muchas personas a lo largo de los tiempos. Hoy estos zapatos de semilujo o lujo, de firma gallega, monfortina, se venden en diferentes rincones de España y el mundo, y los calzan personalidades del ámbito político, artístico o cinematográfico.

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